Hay días en los que por más que te pongas no te sale, es como si tu cerebro tuviera una terrible congestión y las palabras fueran capaces de conectarse formando las frases que expresan lo que sientes.
Palabras, solo palabras, ideas que a lo largo del día y de la noche fluyen por tu pensamiento, palabras que muchas veces se pierden en el vacío, otras terminan en un papel arrugado en el fondo de algún armario, otras veces hacen que saltes como un resorte de la cama para anotar una genialidad que al día siguiente puede que te parezca ridícula, y otras muchas veces terminan aquí, en mi cajón desastre.
Palabras, palabras que muchas veces no dicen nada y que otras veces lo dicen todo, palabras que muchas veces ayudan a que esbocemos una sonrisa, que en ocasiones nos emocionan hasta el punto de saltarnos las lágrimas, palabras que cambian nuestra percepción sobre el mundo o que simplemente nos ofrecen nuevos ojos con los que mirarlo, palabras que nos sobrecogen el corazón.
Palabras, el arma más bella y más dolorosa, la más mortal para la razón y para el orgullo, palabras que crean mentiras, falsas promesas, sueños, ilusiones y realidades, palabras inadecuadas, molestas, inoportunas, exactas, estúpidas, tímidas o incluso palabras que crean el silencio.
Habrá quien diga que las palabras se las lleva el viento, y habrá quien piense que son eternas, y sinceramente depende de la percepción individual, cada palabra es distinta según quien la oiga y quien nos la diga, cuando y como nos la diga. Así que hoy, a pesar del atasco que hay en mi cabecita, he decidido regalaros la única cosa que a cada uno le producirá una sensación única, mis palabras.
1 comentarios:
La pluma es la mejor de la balas, directa al corazón sin sangre y con razón.
Lo que la pluma dibuja en los papeles o tus dedos teclean en una pantalla son parte de ti.
Es tu sangre, tus miedos, tus amores y odios.
Son cada una de tus paranoias, chorradas o brillanteces da igual, son tuyas y han acabado de tu imaginación a unas lineas con renglones torcidos.
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