Pies de helio

Pesado, muy pesado se nos hace el camino. No es extraño que se haga largo y penoso cuando llevamos toda la vida andando con pies de plomo, siempre temiendo que cualquier cosa o persona pueda ilusionarnos o herirnos.
Con plomo, bien sujetos al suelo, haciendo nuestros movimientos firmes y precisos para no cometer el más mínimo error, jugando siempre sobre seguro, sin nada que perder, pero también sin nada que ganar.
He de reconocer que a mi también me gustaría a veces jugar sin miedo a perder, pero también se que quien juega poco gana poco, así que, con la mejor de mis sonrisas, me he enfundado este año unos pies de helio, mucho más ligeros, que me permitan volar, soñar, imaginar, ilusionarme. Este año quiero jugar a la ruleta rusa apostando mi vida por un beso, quiero volver a creer que todo es posible, porque ya se que, aunque duele caerse, siempre habrá alguien que me ayude a levantarme para que vuelva a saltar.
Este año deberíamos todxs quitarnos esos pies de plomo, ese cuidado, ese miedo que tenemos de andar por la vida simplemente sintiendo, sin prejuicios ni temores de ningún tipo, sólo con la mente y el corazón abiertos. Hay un mundo entero abierto ante nuestros ojos, y yo pienso volar hasta descubrirlo…