Yes, we can

Se preguntarán ustedes que cómo siendo yo lo que soy con esto de la política, a día de hoy aún no me ha dado por hablar de Obama. A estas alturas y yo sin hablar del primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos de América (Amén!!), pues bien, la respuesta es bien fácil, hablaría del primer presidente negro de la historia de USA si Obama lo fuera, no digo presidente, sino negro.

Llamar negro a Obama no es sino ser un auténtico racista, y no mirar más allá del color de la piel. Me explico, no se alteren, las palabras, en algunos casos, tienen un significado básico que se aplica por extensión, y otro más específico, que implica unas características especiales que debe tener la palabra significante.

Pongamos un ejemplo, obrero, es, básicamente, aquel que está en una obra, pero nadie en su sano juicio pondría a la par al capataz que con los brazos cruzados no da pie con bolo con el peón inmigrante ilegal al que envía ese mismo capataz a un andamio a 15 metros de altura sin arnés y pagándole 600 euros al mes. Si yo digo que sueño con que el alcalde de mi pueblo sea un obrero, créanme cuando les digo que mi sueño no estaría cumplido si llega a serlo el capataz.

Pues bien, cuando Martin Luther King o Malcom X soñaban con que llegase el momento en el que existiera un presidente negro en USA, realmente lo que ansiaban era que alguien que empieza desde abajo, desde el gueto, sufriendo la discriminación y luchando contra ella para poder hacerse un lugar en el mundo, consiguiera ser capaz de llevar a la ciudadanía estadounidense a darse cuenta de que se podía terminar con la desigualdad a base de lucha y esfuerzo, deseaban realmente que una persona así pudiera gobernar y cambiar las cosas contra las que ya habría tenido que luchar, en el fondo, el color de la piel, no era lo más importante, sino que el significado que la palabra “negro” adquiría en sus bocas iba mucho más allá, implicaba unos ideales y un sacrificio.

Barack Hussein Obama, de clase media-alta, con estudios en buenas universidades, sin implicación en las luchas por los derechos civiles de los de abajo, en su mayoría negros y latinoamericano, no encarna ese ideal, su silencio cómplice ante el primer gran problema que ha pasado ante sus narices implica que nada ha cambiado, si la cruel matanza de 1500 personas en Palestina no ha merecido ni tan siquiera una de sus palabras, una crítica, un gesto…sólo quiere decir una cosa, será oscuro el color de su piel, pero negro, lo único que de momento nos ha mostrado que tiene, es el corazón.