Lo mismo que existe un kit de emergencia en caso de evacuación en los aviones o un kit de primeros auxilios, hay días en los que deberíamos tener a mano un kit de emergencia para días de sopor.
Y es que hay días en los que por mucho que uno se pinte la sonrisa al levantarse de la cama y se disponga a fundir sus energías hasta la última chispa, los elementos se alían en una especie de contubernio judeomasónico para conseguir por todos los medios que los segundos se estiren hasta límites insospechados. Son esos días en los que incluso el aire parece más espeso, las nubes aunque lejanas pesan sobre tu cabeza y no puedes evitar pensar una y otra vez que, independientemente de lo que estés haciendo, hay un millón de sitios mejores en los que podrías estar.
La cuestión es que en estos días, incluso a la cabeza le cuesta arrancarse a volar, es como si las ideas tuvieran enormes cadenas y la imaginación tuviera las alas mojadas, ni tan siquiera una buena canción te hace escapar de la pequeña jaula que por tiempo corto aunque eterno te has construido.
Así que yo creo que cada cual debería tener preparado para estos momentos su pequeño kit de emergencia en caso de sopor, cada cual con sus peculiaridades, llenándolo de los recuerdos e imágenes que le hagan despegar la mente para que si las horas deben pasar lentamente, al menos los segundos no caigan como losas en un pozo sin fondo. Por eso creo que voy a ir llenando mi cajita, teniendo cuidado de poner en ella un buen puñado de sueños, de caminos, de canciones, besos y sonrisas, para que en los días de sopor, no haya tedio ni nubes grises que oscurezcan el camino.
Y es que hay días en los que por mucho que uno se pinte la sonrisa al levantarse de la cama y se disponga a fundir sus energías hasta la última chispa, los elementos se alían en una especie de contubernio judeomasónico para conseguir por todos los medios que los segundos se estiren hasta límites insospechados. Son esos días en los que incluso el aire parece más espeso, las nubes aunque lejanas pesan sobre tu cabeza y no puedes evitar pensar una y otra vez que, independientemente de lo que estés haciendo, hay un millón de sitios mejores en los que podrías estar.
La cuestión es que en estos días, incluso a la cabeza le cuesta arrancarse a volar, es como si las ideas tuvieran enormes cadenas y la imaginación tuviera las alas mojadas, ni tan siquiera una buena canción te hace escapar de la pequeña jaula que por tiempo corto aunque eterno te has construido.
Así que yo creo que cada cual debería tener preparado para estos momentos su pequeño kit de emergencia en caso de sopor, cada cual con sus peculiaridades, llenándolo de los recuerdos e imágenes que le hagan despegar la mente para que si las horas deben pasar lentamente, al menos los segundos no caigan como losas en un pozo sin fondo. Por eso creo que voy a ir llenando mi cajita, teniendo cuidado de poner en ella un buen puñado de sueños, de caminos, de canciones, besos y sonrisas, para que en los días de sopor, no haya tedio ni nubes grises que oscurezcan el camino.
1 comentarios:
El kit este, deberia llevar colacao y rebanissimo, que despiertan a cualquiera con su estimulacion muscular.
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