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viernes, 20 de diciembre de 2013

¿Fuera de servicio?

Ya se que son muchos días sin daros esa tan adorada tabarra pero la verdad es que ciertos acontecimientos entre los que destaca la lamentable pérdida de mi puesto de trabajo (y digo lamentable porque mi ex empresa es lo que es, lamentable) me tienen alejado de este maravilloso mundo que es "el internés" así que, mientras veo como me organizo, si escribo con pluma y papel y os lo mando por tamtam, txalaparta o psicosomáticamente, seré parco en palabras y entradas, muy a mi pesar. Por si a caso... felices fiestas! 



jueves, 5 de diciembre de 2013

Necesitando mis vacaciones...

Es cierto que yo tengo mi propia interpretación personal de lo que debería ser tomarse un descanso, que no he sido nunca muy bueno en eso de estar 15 días tirado en el sofá levantándome una vez pasado el mediodía y que suelo volver de mis vacaciones con tantos kilómetros en las espaldas que parece que llego peor a como he partido, lo se, soy un masoca adicto a mis locuras viajeras, y dudo mucho que alguien encuentre un antídoto a estas alturas. A pesar de todo esto, yo siempre he pensado que lo importante en el tiempo de vacaciones es la desconexión con la cotidianeidad impuesta creando un pequeño espacio de disfrute, cada cual el suyo, sin reglas ni límites, por lo que, en un sofá o en una montaña perdida de los Andes, cualquier cosa vale si es lejos de la gris rutina laboral.

La verdad es que, este año, por cuestiones diversas, y a pesar de las mil maravillosas escapadas que he podido hacer, me han faltado los días de vuelo, la desconexión habitual de semanas para mirar nuevos caminos con ojos de niño, y eso me pesa.


No se si las quiero o si las necesito, pero son mis vacaciones. Son mi espacio de desconexión, relax, locura, ensoñación, utopía. Son mi tiempo para mirar el mundo como a mi me da la gana, para escribir con menos teclas y más tinta, para cargar la mochila de sueños y la cartera de pesos, y aparcar los tupper y los euros por un rato. Son mi tiempo para salir corriendo a miles de kilómetros sin parar de echar en falta mi casa, son buenas, malas, regulares, pero son mías, y las necesito, prontito…

jueves, 28 de noviembre de 2013

Mafaldeando...


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Rebañando momentos

A veces uno, tal vez porque se le acumulan esas estupideces dictadas por la sociedad y que damos a llamar preocupaciones cotidianas, termina por perder la perspectiva y enfoca su existencia a disfrutar de los cuatro ratos libres que sus obligaciones le dejan.

Vivir cinco días a la semana en un eterno lunes matando porque llegue el último suspiro del viernes, para pasar el fin de semana lamentando que, en breve, llega el lunes. Tan triste como instalado en nuestras mentes que termina convirtiéndose en un mantra que repetimos una y otra vez, que la semana es muy larga y que lo bueno dura muy poco, y que, cómo no, qué le vamos a hacer…

Yo, a pesar de mi  mismo, a veces también caigo en la vorágine y pierdo totalmente la perspectiva, también tengo días en los que me levanto, me ducho y se me olvida la sonrisa en el lavabo. Se me hace inevitable en ocasiones sentir que los días se hacen interminables y me enfundo mis ojos de adulto, le hago vudú a Peter Pan y me dedico a rebañar las sobras del día envuelto en el gris estrés que nos impone la vida moderna.

Rebañadores de momentos, en eso terminamos convertidos, en autómatas teledirigidos 40 horas a la semana que sólo pueden untar el dedo en el tarro del fin del día para chupar unos minutos de televisión antes de irse a la cama para después volver a empezar. Caminamos como zombies en busca del fin de semana para dedicarnos a llorar por lo poco que dura el helado en vez de disfrutar cada uno de los lametones, sin rumbo ni horizontes, caminando en círculos de nuevo hacia la cadena de producción.


Pues lo siento mucho, pero conmigo no cuenten, yo me bajo en esta parada, me aireo y me empacho sin prisas, y luego ya, si eso, vuelvo…

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Me fui...


jueves, 7 de noviembre de 2013

Carcajadas payasiles

Nariz roja, ropas de colores, zapatones y una cantidad ingente de tontería mental, esos han sido durante años los ingredientes de nuestra fórmula mágica para hacer frente al día a día sin que nos falte la sonrisa ni el gris termine por oscurecer nuestros ojos de niños grandes.

Lo cierto es que, echando un ojo en ese pequeño rinconcito que creamos los 2 inseparables payasos viajeros, y a pesar de que la cuenta atrás hacia el último destino lleva más de 500 días pasada de vueltas, no puedo sino soltar una gran carcajada y quedarme totalmente perplejo ante nuestra capacidad idiotizante e idiotizadora.

La verdad es que no sabemos, ni nosotros ni nadie, si la vida nos pondrá en bandeja el poder volver a cruzar charcos juntos con las mochilas repletas y los bolsillos vacíos o si tendremos que montar un circo local para dar rienda suelta a nuestras payasadas pero, en el fondo, la longitud del camino es lo de menos.


Viajar, soñar despiertos, ilusionarnos, sonreír… no es más que una actitud ante lo que el camino nos pone por delante, una actitud rebelde ante un mundo repleto de caras largas, una estampida hacia delante, una máquina de imborrables recuerdos sobre situaciones que realmente han merecido la pena ser vividas y, cuya lectura a toro pasado, no puede sino provocar nuevas carcajadas…


lunes, 4 de noviembre de 2013

Mis zapatillas viejas

Lo pienso dos de cada tres veces que las miro, ha llegado la hora de jubilarse. Lo cierto es que parecía que no iban a haber sobrevivido a un incidente tropical hace ya un año y medio, pero, como haría yo, se resisten a dejar de gastarse, a dejar de hacer camino.

Mis zapatillas viejas, cada vez más desgastadas, con su suela demacrada y casi sin las marcas que han quedado en mil caminos, con sus mil cicatrices en forma de rozaduras, con sus tejidos rotos ya incapaces de mantener fuera el agua.

Mis zapatillas viejas, mi carroza real. Mi polvoriento carruaje en los pasos del camino, el necesario ancla a la tierra para un cuerpo que sujeta corazón y ojos de niño, mis compañeras de viaje, de emociones, alegrías, sonrisas.


Mis zapatillas viejas, que se resisten a terminar  en un sucio cubo, que se resisten a un adiós sin despedidas, a un final sin recuerdo, a un último paseo conscientes de que, al igual que nosotros, cuando termine el viaje, seguirán quedando mil y un caminos por andar…

jueves, 24 de octubre de 2013

Días de desconexión...


martes, 22 de octubre de 2013

El silencio de los cascabeles

Los años pasan y, por mucho que el cuerpo casi se eche a temblar con el mero hecho de pensar en ese terrible líquido infernal llamado zurrakapote, debo reconocer que la piel se eriza en esos días previos a San Faustos cuando saco del armario abarkas, camisas, pañuelos y cascabeles.

Son unos días en los que intentar olvidar que tu hígado ya no depura como un veinteañero, en los que bailar canciones que harían vomitar al mismísimo Leonardo Dantés y en los que llegar a casa a la hora de que suene el despertador, pero, sobre todo, son días para disfrutar de la gente con la que te sientes a gusto.


Ahora, dos días después del cese del eterno tintineo de los cascabeles, no hay dolor de pies que tire abajo la sonrisa al recordar todos los reencuentros, todos los brindis, las risas, los besos, los abrazos, las canciones, las payasadas. Ahora, dos días después, sólo puedo desear que, dentro de un año, los cascabeles sigan acompañando nuestras eternas noches en Basauri....

miércoles, 16 de octubre de 2013

Así soy yo, sin accesorios

Siempre me ha parecido un gran despropósito, aunque en ocasiones hasta yo haya caído en ello, el presentarse empezando por el trabajo que uno desempeña, hola, mi nombre es Pepito y soy panadero, menuda desfachatez.

Desde que tengo conocimiento he pensado en el trabajo (en genérico, no sólo en el remunerado) como algo necesario para la supervivencia, y en algunas facetas, incluso para el desarrollo personal, pero de ahí a poder afirmar que tu labor profesional define no sólo qué sino quién eres existe un gran abismo.

Dentro de dos semanas, tal vez, se cumplan 6 años desde que entré a trabajar en mi empresa. Hago lo que hago porque es mi elección, son las capacidades profesionales que he decidido desarrollar y con las que entiendo que aporto un beneficio a la empresa que corresponda dentro del círculo vicioso del capitalismo sin la necesidad de oprimir ni exprimir a nadie sino, dentro de lo que cabe, velando por la gente. Más allá de ello, lo hago para comer, punto. No me une a mi empresa ningún vínculo más allá del afecto que pueda tener a algún que otro compañero, no les debo nada, no comparto sus valores ni su modelo de negocio ni mucho menos de sociedad, y no tengo ni el más mínimo orgullo de pertenencia a la compañía, del mismo modo que la compañía no se siente orgullosa de mí, ni comparte mis valores o convicciones, es tan sólo una transacción comercial, sin amor.


Hola, soy Txino, y no, no soy técnico en prevención de riesgos de la compañía X, soy una persona a la que le encanta mirar la vida con ojos de niño, emocionarse, vibrar, soy un soñador de ojos abiertos, un viajero de la vida, amigo de mis amigos y una persona a la que se le caen los latidos por el camino cuando piensa en la sonrisa que le acompaña todas las noches en la cama, y, a partir de aquí, lo demás, lo demás son accesorios…

jueves, 10 de octubre de 2013

Tuenti faif zousan

Es una exageración, o al menos a mí me lo parece, vale que este pequeño gran cajón desastre está en su séptimo año de oscuridades, locuras y sonrisas, vale que por momentos ha tenido una actividad frenética aunque en los últimos meses tenga que sacar las palabras con desatascador, y vale que tengo la suerte de conocer mucha gente repartida por este tan cansado mundo, pero aún así, no deja de parecerme una pasada.

25000 visitas desde que puse el contador a este mi pequeño rinconcito, 6 años y 10 meses, 943 historias, viñetas, canciones, poemas y payasadas varias… he de reconocer que a veces me cuesta un poco entender hacia dónde va esto o de donde viene, sólo se que cada vez que me ronda la cabeza colgar la pluma (más bien el teclado), la idea se esfuma con la misma rapidez con la que ha llegado.


Pues nada, txinistas del mundo, leedores empedernidos, compañeras en las sonrisas, los llantos y los sueños, sólo puedo decir una cosa, 25000 gracias, este rincón es tan grande o pequeño como vosotros lo queráis hacer, y cada vez que alguien lo ojea, creedme que se vuelve enorme. 

martes, 8 de octubre de 2013

Desintoxicador

Siempre he pensado que disfrutar la vida, o al menos sobrellevarla de la mejor manera posible, es una cuestión de actitud.

Actitud, con c, nunca he pensado que exista gente que posea el gen de la tristeza o de la alegría, sino que más bien siempre he pensado que la forma en la que te planteas llevar el camino es la que delimita cuanto disfrutes de lo que te ofrezca.

En alguna ocasión, en conversaciones con amigos, se ha recurrido a la expresión “gente tóxica”, esas personas que todo lo que les pasa es terrible, que todo lo sufren, que nada puede ir peor y que, supuestamente, extienden su pesimismo vital por el mundo cual peste negra.

Ante este tipo de actitudes vitales yo siempre he pensado que lo mejor es convertirse en “desintoxicador” de malas vibraciones. Es cierto que todas las personas tenemos nuestros días malos, nuestras mañanas grises, nuestras noches oscuras y que más habitualmente de lo que nos gustaría deseamos que paren el mundo para bajarnos, pero algo está claro, una mala cara nunca genera una sonrisa.


Y por eso, y porque me lo pide el cuerpo, a pesar de tener mil y un días grises, siempre intento vestirme empezando por la sonrisa, arrancar la mañana compartiendo con mi gente alguna buena canción, reírme del mundo empezando por mí mismo y disfrutar de los momentos que paso con otras personas, porque, al fin y al cabo, la vida son dos días, y lo último que quiero, es amargárselos a nadie.

jueves, 3 de octubre de 2013

De payasos y klinex

Por norma general, por no decir casi siempre, me considero una persona animada, sonriente, buenrollista y, no sabría si decir feliz de la vida, o simplemente bastante payaso.

Si hay algo que me baja notablemente el nivel de mi buen humor, eso es sin lugar a dudas estar enfermo. Siempre se dice que uno no aprecia la salud hasta que le falla, y basta con un par de jornadas de frenadol para darse cuenta de lo cierta que es esta afirmación.

Y es que, por mucho empeño que uno ponga en hacer de su día a día un presente futuriblemente memorable, complicada es esa tarea cuando toses tan fuerte que poco te falta para golpear con la cabeza el teclado mientras tratas de escribir este pequeño post.


Y así, en esa relación de odio mutuo entre mis virases y yo (imagino mutuo porque mucho no es que parezcan quererme) están pasando estos días, realizando en un abrir y cerrar de ojos la transición de la cañita en la terraza al chocolate caliente en el sofá, y convirtiendo al ibuprofeno en el mejor amigo del payaso…

viernes, 27 de septiembre de 2013

Viernes con Mafalda


martes, 24 de septiembre de 2013

Creando nostalgias

Supongo que a todo el mundo le pasa, de vez en cuando, que le llega una imagen, un sonido, un aroma, un sabor, una sensación, de esas que te traslada a otros lugares y tiempos, no a la fuerza pero si habitualmente más felices y menos despreocupados que los actuales.

Cada cual tiene los suyos, y yo no soy una excepción. Por norma general, el más recurrente de los que me golpean de vez en cuando, es el aroma de los veranos de mi infancia, una especie de olor a salitre que me traslada a veranos eternos de sombrilla y terraza, de partidas de minigolf, de helado de turrón y, más tarde, de noches de amistad eterna que terminaban con los primeros rayos del sol.


Son esos recuerdos fugaces de momentos vividos, mezcla de nostalgia por lo pasado e ilusión por lo futuro, es esa especie de necesidad de seguir generando cada momento futuros recuerdos imborrables que despierten por casualidades inesperadas, es esa certeza de que si no se disfruta del presente en el futuro no habrá morriñas  ni nostalgias, es el seguir, día a día, paso a paso y latido a latido, caminando la vida con ojos de niño.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Yo tampoco...


viernes, 13 de septiembre de 2013

Parco en palabras...

Hace ya tiempo que noto que las palabras, esas que me encanta estrellar contra el papel creando recitales de oscuras noches plagadas de esencias, ausencias y reticencias, se pierden volando entre ensoñaciones y versos sin poema.

Hace ya tiempo que mis palabras huyen del papel y la tinta, que dejan de componer odas al desamor con un disfraz de color gris, tiritando entre mis tinieblas y miserias, ebrias de lastimosa autodestrucción.

Hace ya tiempo, que ha desaparecido la noche oscura que provocó la imperiosa necesidad de contar las historias que hacían preferible soñar con los ojos abiertos empañados en lágrimas a cerrarlos y sumirlos en mis ansiedades y pesadillas.


Hace ya tiempo, que cambié palabras por latidos, rimas por besos y ausencias por miradas, hace ya tiempo, que soy parco en palabras y abundante en sonrisas…

martes, 10 de septiembre de 2013

Relaxing cup of...

El mismo día que Madrid era despojado por enésima vez de su sueño de regalar miles de millones de euros a las constructoras que realizan generosas donaciones al partido del gobierno, nos reíamos, en medio de la celebración de la boda de un buen amigo, de la traducción literal de Paquito el Chocolatero que un colega le hacía a un inglés (Little Paco the Chocolate Maker) fíjate tu, que a ver si en vez de una estulticia, lo que hizo fue postularse a alcalde de Madrid...

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Te odio...

Te odio, no puedo evitarlo, no es un rebote, no es rencor, es odio puro, verdadero, no puedo soportarte ni un solo segundo más.

Te odio, sinceramente, desde lo más profundo, a ti que perturbas mis sueños, que conviertes las más dulces noches en las peores pesadillas.

Te odio, no te tolero, deseo verte muerto, verte desaparecer, ver tu cuerpo aplastado bajo mis pies, ver tus restos salpicando las paredes de mi habitación.

Te odio, ojala desaparezcas para nunca más volver, ojala no seas más que un oscuro recuerdo de un pasado lejano, ojala nadie más te sufra como yo te sufro.


To odio, maldito MOSQUITO, te odio de veras….

jueves, 29 de agosto de 2013

Sobredosis de acordes

Es algo más que una cosa necesaria para sobrellevar el día a día, la música es, cuanto menos, imprescindible, con cada nota y cada acorde vamos pasando los buenos y los malos momentos, hay canciones para estar con el ánimo arriba, canciones para relajarse, canciones para despertarse e incluso canciones para enamorarse.

Y en estas estamos preparando una sobredosis de notas musicales para este fin de semana, con esa ilusión de niño de ver un montón de grupos y dejarse la voz perdida en alguna madrugada, sin importar ni la edad, ni la sustitución de melenas por calvas sobre el escenario, simplemente disfrutando


Festivales, que lugares. Pulsera de plástico en la muñeca, las zapatillas de batalla, camiseta negra y la mejor sonrisa. Conciertos buenos, malos y regulares, los empujones, el sudor, las gargantas desgarradas, la cerveza mala y el kalimotxo peor, el humo de los petas, los abrazos, los besos, los brindis, el bocata de chorizo y el pintxos de vuelta a casa, los pies reventados, el pitido en los oídos… y el lunes… que nos quiten lo bailao!

lunes, 26 de agosto de 2013

Dia de caras grises

Si es cierto eso de que la cara es el reflejo del alma, sin duda alguna hoy es el día en el que más zombies por metro cuadrado deambulan por las calles.

Ya se que es habitual que los lunes por la mañana el ánimo se encuentre en sus niveles más bajos, pero cuando además de ser lunes, lo juntas con el final de las vacaciones de la mayor parte de las personas, un viaje tempranero en el metro puede llegar a dar ganas de llorar.

Caras mustias, tristes, de esas que piden a gritos una de esas ridículas bajas por stress postvacacional, personas a las que parece que el despertador les ha arrancado la sonrisa, rostros que deambulan con desgana y que parecen encontrar en el resto de grises rostros la excusa perfecta para seguir careciendo de brillo.

Lo cierto es que a mí tampoco me gusta volver de vacaciones, pero cuando lo hago tampoco se me cae el mundo encima. Cuando vuelvo a la rutina después de una pausa de esas que sirven para enriquecer mi caminar lo hago con nuevas perspectivas, sueños y vivencias, lo hago con el deseo de trasmitir lo poco o mucho aprendido en nuevos lugares y con nuevas gentes, y lo hago así porque si no no tendría sentido esa pausa entre trabajo y preocupaciones que dedicamos al verdadero vivir, al que se hace sin ataduras ni restricciones.


Así que espero que, poco a poco, el metro deje de llenarse de las caras grises que quiere imponer la dictadura del trabajo para dar paso a las miradas multicolores de personas que retornan maravilladas de los caminos andados, a pesar de rutinas, trabajos, metros y lluvias…

martes, 20 de agosto de 2013

LLeno, por favor

Antes de marcharse uno de vacaciones, por norma general, va notando como se va quedando sin batería, sin fuerzas, va notando como si las vacaciones estuvieran puestas en el momento justo en el que se te va a terminar la pila.

La cuestión es que da lo mismo que hayas tenido vacaciones un mes antes o que haya pasado un año desde tu última parada, siempre tienes esa sensación de llegar justito y, por eso, por breve que sea el descanso, una vez se ha desconectado se tiene la impresión de volver totalmente cargado de energía, preparado para lo que a uno le venga encima.

Y es que la vida, ese caminar por una autopista con un único final seguro, se nutre realmente de los momentos en los que disfrutamos, en los que hacemos lo que realmente deseamos, sin ataduras socialmente impuestas por muy necesarias que puedan parecernos, y, por eso, sólo necesitamos de unos pocos días para llenar nuestro depósito de nuevas experiencias que nos den combustible para aguantar meses de aburrido transitar por los caminos convencionales...

viernes, 2 de agosto de 2013

Cerrado por vacaciones


martes, 30 de julio de 2013

Ganando el norte

Lo normal, con los tiempos que corren, con el mundo humano yéndose al carajo y el futuro pendiente de si alguien tira definitivamente de la cadena para saber si se marcha por el sumidero, es que la gente termine perdiendo el norte, que termine perdida en medio del camino, sin saber donde tiene que ir ahora que no parece haber nada más allá, y preguntándose para que ha caminado hacia donde le han dicho que camine, si resulta que no iba a llegar a ninguna parte.

Para quien tiene a buen saber salirse de los caminos establecidos y no buscar sino lo que sus latidos y sueños le marcan, en cambio, la ruta sigue estableciéndose y modificándose a cada paso, con dos únicas certezas, que el camino, más tarde o más temprano termina, y que el camino final es la suma de los pasos dados, y es cada cual quien mueve sus propios pies, siendo el dueño de su dirección, sin excusas.


Por eso, se ponga como se ponga el camino, más que perder el norte, prefiero pensar que poco a poco lo vamos ganando, que con cada piedra somos más conscientes de que el destino no existe sino en nuestras utopías y que no llegaremos sino donde queramos llegar, degustando cada paso, levantándonos tras cada tropiezo y recordando cada suela desgastada como única…

martes, 23 de julio de 2013

El post de los martes

Que en verano pesa la pluma no es nada nuevo, es como si en vez de pulsar teclas hubiera que mover bloques de hormigón, las ideas se espesan y el trabajo se multiplica, cuando el cuerpo realmente lo único que pide es realizar una pequeña pausa y recargar las pilas.

Así que es esas estamos, después de haber realizado un pequeño pero maravilloso break en el país de los Pirineos y deseando que llegue la hora de partir hacia tierras del norte, para volver a realizar ese viaje que sería perfecto si fuera contigo, pero que sin duda será genial como desconexión, y es que por mucho mundo que desee recorrer, por muchos paisajes que mis ojos deseen devorar, por muchos aromas y sabores que falten por descubrir, siempre pensaré que el lugar más bello del mundo será en el que estés tu.

Bueno, a pesar de todo, pensaré que, aunque haya 3000 kilómetros de por medio, en el fondo siempre estás conmigo. Que poquito falta... 

martes, 16 de julio de 2013

No hay pan

En este país no estamos dormidos no, estamos en estado vegetativo, terminal, no respondemos a estímulos, a excepción de algún que otro estertor siempre y cuando marque gol Iniesta, pero, visto lo visto, se disipan las esperanzas de una recuperación.

Y es que nos mean y nos dicen que está lloviendo, y más allá de sacar el paraguas abrimos la boca y saboreamos, es como si nos hubiéramos convertido en una sociedad yonki de las mentiras y falsedades de nuestros gobernantes, y no nos pudiéramos dormir tranquilos sin nuestro chute de mangoneo y nuestra dosis diaria de corrupción.


Ni en la mayor charcutería, ni en el mayor supermercado, ni tan siquiera en campofrío, si queremos chorizo, y del bueno, sólo hace falta acudir al congreso de los diputados, los tenemos de todo tipo, de Pamplona, de Salamanca, con más grasa, picantes dulces, rojos, azules, con pellejo, con traje y corbata… de verdad que no entiendo como no organizamos una barbacoa en la plaza del pueblo…

martes, 9 de julio de 2013

La pastilla azul...

Recuerdo que en la universidad, en uno de estos debates de cafetería, intentábamos trasladar a la sociedad actual el momento en el que Neo debe elegir entre la pastilla roja y la pastilla azul, el momento en el que debe elegir entre tomar la pastilla roja y ser consciente del mundo que le rodea realmente y luchar por cambiarlo o tomar la pastilla azul y vivir en la felicidad que otorga la ignorancia.

En la sociedad actual, salvo muy honrosas excepciones, a nadie se le pasa por la cabeza tomar la pastilla roja, la sociedad de consumo nos ofrece la sociedad de la comodidad y la estulticia, la del consume y calla, la de mantenernos en la inopia a cambio de nuestro silencio cómplice.

La diferencia entre matrix y la realidad, se encuentra en que matrix extraía la energía necesaria para su mantenimiento de los humanos, mientras que, para la sociedad capitalista, nunca se ha sacado suficiente. La propia avaricia de los gestores del sistema es la que puede evitar que el mismo se perpetúe, y parece ser que quienes mandan no se dan cuenta de que si aprietas mucho la gallina muere y deja de poner huevos.


El sistema aprieta, aprieta, aprieta y ahoga y, llegado el momento, terminará llegando la gota que colme el vaso, y en ese momento, cuando ya no se pueda apretar más, no habrá pastilla azul que logre volver a dormir a quienes hayan abierto los ojos…

jueves, 4 de julio de 2013

Jueves con Forges

Algunos jueves, a falta de palabras, buenas son sarcásticas sonrisas...





martes, 2 de julio de 2013

La mala suerte

Con estas cosas lo mejor habitualmente es callarse y pensar lo de que “todo lo malo que pase sea esto” no vaya a ser que uno abra la boca y continúe la mala racha. Así que he optado por eso de dejar pasar los días, no vaya a caerme un tiesto mientras paseo o me de una salmonella si me voy de pintxos.

Es curioso como, una vez que a uno le empiezan a pasar pequeños “accidentes”, es como si el universo se aliase para que sucedan todos juntos y en un breve lapso de tiempo, que si un accidente haciendo kayak, un golpe con el coche, incluso que te roben plantas del balcón… mala suerte, se suele decir.

Lo cierto es que yo nunca he tenido muy claro si la suerte te busca a ti o si eres tu quien la busca a ella, lo mismo que no tengo muy claro si cuando decimos que tenemos mala suerte no hemos tenido una potra del copón bendito y deberíamos estar dando palmas con las orejas de que no nos pasaran cosas peores, Porque lo cierto es que me corto el pie pero se queda en un susto y una marca para la posteridad, o que yo sigo entero y es el pobre coche el que paga los golpes que me dan, lo que hace que el concepto de buena o mala suerte no deje de ser algo muy relativo.


Aún así, como habrán comprobado, me he cuidado mucho de hablar de mi mini “mala racha” hasta que no parece haber pasado, no vaya a ser que me mire un tuerto, y tengamos una verdadera desgracia…

viernes, 28 de junio de 2013

Hoy un poco de musica...

Hay días en los que las palabras se atascan, y es necesario que sean las notas las que se expresen con total libertad...

miércoles, 26 de junio de 2013

De los pelos

Se supone que en estas fechas es cuando uno comienza a relajarse, mira por la ventana y el sol y los pantalones cortos le hacen pensar en lo que va a disfrutar de sus ratos libres; en la oficina poco a poco la gente se va marchando de vacaciones con lo que hay menos volumen de trabajo; y ya casi casi tienes la maleta preparada para ese tan ansiado viaje que llevas tanto tiempo preparando…

Pero resulta que este año, cazurro el como ninguno, se empeña en llevarme la contraria, y en convertir el comienzo de verano en un larguísimo final del otoño, que esperemos se evapore con el primer día de playa. La cuestión es que entre el clima polar, la ingente cantidad de trabajo que tenemos y que ya hace un año que volví de mis no se si merecidas pero sí disfrutadas vacaciones, este mes final de mes de junio me están entrando ganas de arrancarme los pelos uno a uno, incluidos los de las piernas e incluso los del culo si la cosa se alarga.


Así que nada, seguimos intentando respirar el inexistente aroma veraniego, comenzando a soñar con horizontes que recorrer el año que viene y tomándonos el curro como lo que es, a ver si así conservamos los 4 pelos que nos quedan…

viernes, 21 de junio de 2013

Los antiviajes

Siempre digo, cuando me sale el corazón viajero, que uno puede llegar a encontrarse en su casa prácticamente en cualquier lugar, la única premisa es encontrarse donde uno se quiere encontrar.

Por eso, imagino, es por lo que me gustan tan poco los viajes obligados, las rutas hechas a la fuerza y en las que los ojos de niño son más un estorbo que otra cosa. Viajar por trabajo… casi casi lo puede uno considerar un oximoron…

Cuando uno viaja por trabajo hay algo que marca transversalmente todo lo que rodea al viaje: la falta de ilusión. Los aeropuertos dejan de ser la puerta de salida de sueños y  noches sin dormir para pasar a ser una mera herramienta para llegar a un destino no deseado. Los hoteles no son la cama en la que reposar las vivencias adquiridas y grabar las imágenes disfrutadas para pasar a ser no más que las paredes que encierran el descanso que precede a una mañana de más de lo mismo. Las calles dejan de emitir aromas y sonidos para el recuerdo, y sólo quedan prisas y cosas por hacer, mucho gris y poco color…


Por eso, cuando uno vuelve a casa, después de un viaje antiviaje, al final sólo quiere volver a disfrutar de lo cotidiano, y empezar a pensar en futuros aeropuertos, en los que los destinos no se midan con cronómetros y cuando se pague, no haga falta pedir el ticket… 

viernes, 14 de junio de 2013

Mirando al finde con humor...


martes, 11 de junio de 2013

Aplastando rutinas

A lo largo de la vida, casi en todo lo que hacemos, siempre se corre el riesgo de caer en la rutina. La rutina, esa especie de guión escrito de lo que debe ocurrir en cada instante que no deja casi lugar a la improvisación, y que poco a poco va tornando gris todo aquello que en un primer momento estaba rebosante de color. 

Las rutinas existen, y suelen llegar para quedarse, y si no saben enfocarse correctamente con ellas viene el gris y las ganas de romper con todo y lanzarse hacia algo nuevo que el tiempo vuelva a convertir en rutina. 

En mi opinión las rutinas, mas que de costumbre, son una cuestión de enfoque. Realmente en esta vida todo depende de los ojos con los que se mire, se puede pensar que otra vez toca ir al trabajo o se puede enfocar como que se tiene un trabajo en el que desarrollarse (hablando desde una óptica personal, no productivista), se puede pensar que otra vez toca comer arroz o se puede pensar que se tiene para comer, se puede pensar que otra vez las mismas tonterías en el mismo bar con la misma gente o se puede pensar que es maravilloso poder seguir reuniéndote con tu gente, siempre con la mente puesta en mejorar lo presente, pero enfocando las rutinas como algo positivo. 

Yo, a nivel personal, me he terminando habituando a mis propias rutinas, e incluso he llegado a amarlas y desear que se produzcan, desear que llegue la imprevisible rutina de tus besos y abrazos, la rutina de nuestros intercambios de sonrisas, de nuestras locuras, de crear sueños en nuestra pequeña trinchera… divina rutina…

viernes, 7 de junio de 2013

Hoy solo una canción...

miércoles, 5 de junio de 2013

Había una vez...

Desde siempre me he considerado un payaso, en el buen sentido de la palabra, en el caso de que pueda tener algún sentido malo. Como personaje de narices rojas, zapatones y sonrisas tatuadas, no hay lugar en el que me sienta más en casa que en una gran carpa de colores llena de banderines.

Lo cierto es que hacía ya muchos años, demasiados, que no pisaba la carpa de un circo. Desde niño me ha encantado todo lo que se transmite hacia el espectador en estos mágicos lugares, la magia, la emoción, la capacidad de ilusionarse… es complicado que a la gente no le salga una sonrisa cuando es cucha: ya ahora llega el más difícil todavía…

Mal que me pese, esto de tener esa vocecita en la cabeza que habrá quien diga que es conciencia y habrá quien piense que es un duende malo que me lleva al camino de la perdición, me ha hecho desde hace años desistir de disfrutar de los habituales espectáculos circenses de toda la vida, al final la ilusión no compensa el trato vejatoria que se da a los animales que se utilizan en este tipo de espectáculos, la verdad es que ser antitaurino e ir al circo es como ser vegano y comer big macs.


Pero en estas que quien más me conoce, quien soporta y disfruta mi caminar por el mundo con ojos de niño, me ha invitado a ver  y disfrutar el circo del sol y, por dos horas, ha conseguido que vuele lejos, a ese mundo mágico en el que todo es posible, ese mundo en el que todo es color, asombro y diversión, ese mundo que, a pesar de todo, no puede compararse con la magia de descubrir tus horizontes cada mañana al despertarme en nuestra cálida trinchera… 

lunes, 3 de junio de 2013

Me gustas con sol

La verdad es que, a pesar de haber ido ya mil y una veces a la capital del reino, siempre me parece que le falta algo para ser una de esas ciudades que te “enganchan”. Madrid tiene esa mezcla de encanto y de falta de personalidad de los lugares en los que todo el mundo es de fuera y de allí al mismo tiempo.

Son muchas las veces que me ha dado la impresión, recorriendo sus calles, de ser una especie de gran casa de vacaciones familiar, uno de esos sitios en los que uno está a gusto, de los que desea que sean lo más confortables posible, pero que en el fondo es totalmente consciente de que no es para quedarse, con el desapego que ello conlleva.


Sin embargo, hay veces, ni las más ni las menos, pero sobre todo en primavera, en las que las calles toman un color diferente, es las que da la impresión de que las personas hacen suyos los bares, los parques, las aceras. Son esos días en los el sol se deja caer sobre su contaminado cielo, esos días en los que aún el calor no llega al sofoco y todavía se huelen lejanas las vacaciones que permitan regresar al verdadero hogar, son esos días en los que los madrileños y madrileñas de verdad lo parecen, son esos días en los que luce el sol, son esos días, en los que de verdad me gustas…

martes, 28 de mayo de 2013

Atasco mental...


Hay días en los que uno tiene la sensación que, por muy bien que vayan las cosas, es como si todo se condensara impidiendo que las cosas fluyan en tu cabeza, montando un atasco mental que te deja en punto muerto a pesar de que tu quieras ir a 2 mil por hora.

Es un poco como los virus del señor Burns, que se atascan y hacen que no enferme, pero al revés, las buenas sensaciones y vivencias se agolpan y montan tal tapón mental que es difícil que las teclas escupan más de tres palabras sin entrar en la incoherencia o sin caer en el más absoluto de los sopores.

Siguiendo con la tónica habitual podría echarle la culpa de todo a la falta de sol, a la primavera que no llega, o a la crisis y la troika si hace falta, quedándome como estoy, atascado, nublado y sin primavera, o, tal vez, aunque sea por variar, lo mejor sea el soltar unas líneas en mi rinconcito, dejando así una ventana abierta para que todo, lenta pero animosamente, comience a fluir…

jueves, 23 de mayo de 2013

Viviendo en el infierno...

No pido un verano tropical, pero un poco de sol, un poquito aunque sea...


martes, 21 de mayo de 2013

Otoño de mayo

Parece mentira que a estas alturas uno no se haya acostumbrado, son 33 años y los que queden no cambiará mucho si sigue girando la tierra, pero lo cierto es que se me hace eterna la llegada del sol, no de cuatro rayos esporádicos y dos subidas puntuales de temperatura, sino del que viene a quedarse.

Lo cierto es que no debería ser tan duro, no vivimos en el desierto, ni en el polo, no tenemos noches más eternas que las que nos oscurecen los corazones y tampoco hemos visto nunca el sol de medianoche, pero la sensación de vivir en un otoño perenne a veces se vuelve insoportable.

Desde siempre he necesitado el sol, a pesar de que Mikel me diga que tengo un tatuaje de actor porno gay, si decidí grabar con tinta en mi piel a la que siempre ha sido venerada como la fuente de la vida por numerosos pueblos y culturas, es porque necesito sus rayos casi tanto como los necesita un árbol para crecer, necesito de vez en cuando un cielo azul, un poco de calor añadido al humano que cambie el otoño por primavera, necesito cambiar nubes por sonrisas, antes de que se me terminen nublando neuronas, latidos y pensamientos...

jueves, 16 de mayo de 2013

El jueves con humor

Mejor tomarse la vida con un poco de humor, porque si no no hay guillotinas suficientes...




martes, 14 de mayo de 2013

Denominación de origen: Tu casa

La gente que vaya habitualmente a hacer la compra, que debería ser todo el mundo, se habrá dado cuenta que, de un tiempo a esta parte, absolutamente todo tiene denominación de origen, que si el txakoli de Getaria, que si las alubias de Tolosa, que si los pimientos de Gernika… y así con todo, lo que hasta hace 4 días era significado de calidad en el tratamiento del producto ahora es una especie de “made in…” así que uno ya no sabe si en esto de certificar el origen de las cosas entra más una cuestión de puro marketing o de orgullo personal de los productores.

Y es que, se ponga como se ponga la sociedad actual, esa en la que se fomenta que compres por Internet, que viajes por agencia y seguro en breve que el inodoro te limpie el culo para que no hagas el esfuerzo, hay pocas cosas más satisfactorias que el  cada vez menos convencional “hazlo tu mismo”.

Nos lo dan todo hecho, mascadito, y lo peor es que hasta te mienten para que creas que eres tu quien está haciéndolo, sólo hay que poner el aparato de desinformación masiva para ver los anuncios, echa este polvo al pollo, y este polvo al ketxup, y habrás hecho unos nuggets con salsa barbacoa caseros! WTF!!!

Y esto pasa porque se han dado cuenta, horrorizados, que la mejor vacuna contra el consumismo está en la autosuficiencia. Y es que si haces tus galletas son más baratas, más ricas, y oreo no gana un duro, y si haces tu pasta fresca pues más de lo mismo y mierda para buitoni, y así, un día haces tus alfajores, con tu dulce de leche, tus gominolas, tus postres… y mientras Nestlé no gana un duro contigo, te vas preparando el sello con denominación de origen tu casa, para esas hierbas aromáticas y tomatitos cherry que has plantado en tu balcón, y te das cuenta que no era tan difícil, comenzar a cambiar las cosas…

jueves, 9 de mayo de 2013

Quemando asfalto...

No es algo que suela ser muy habitual, pero es curioso ver como esas cosas que en nuestros ratos libres realizamos con total devoción, se transforman en odiosas cuando es la “obligación” la que nos lleva a hacerlas.

La cuestión es que tras recorrerme unos 1500 kilómetros en 3 días, gastando ruedas y asfalto, aunque por cuestiones laborales, me he dado cuenta de cuan vacío puede llegar a estar un viaje si no existe la motivación de disfrutarlo. Me encanta devorar caminos, no hay duda, pero siempre y cuando pueda detenerme a saborearlos con la calma o la prisa que cada uno necesita, permitiéndome el lujo de pararme cuando quiera, de captar aromas, sonidos, imágenes… y no hay nada de eso en una absurda contrarreloj de 72 horas, por muchos kilómetros que tenga, por muchos parajes que deje en la retina.

Lo bueno es que este tipo de “viajes”, como todos, dejan pequeñas anotaciones en la libreta que irán a parar a la mochila de caminos pendientes para que, un día, sin prisa, camisa ni obligaciones, puedan ser degustados en su justa medida…

lunes, 29 de abril de 2013

Aprendiendo de lo cotidiano...

Casi casi en la lengua el dulce sabor del trabajo bien hecho, bueno, bien o mal no seré yo quien lo diga, pero hecho seguro.

Lo cierto es que nos pasamos el día con mil cosas en la cabeza (hablo de las personas, no de quienes ven telecinco), sumergidos en una búsqueda incesante del camino más corto hacia la felicidad y, si se llega a ella, del mejor método para conservarla. Nos pasamos el día construyendo y derribando nuestros castillos de arena mentales, soñando revoluciones y revolucionando nuestros sueños, siempre intentando trascender lo cotidiano.

Y me resulta muy curioso comprobar como lo cotidiano, cuando quiere, es capaz de trascender con creces a todo lo demás, eclipsando pensamientos y cegando los caminos de una manera abrumadora. Es imposible escapar a lo cotidiano y en ocasiones debemos permitir que absorba hasta la última gota de nuestra sangre, es ley de vida, nadie puede escapar a hacer la compra, la colada, o, como es el caso, a una interminable mudanza.

Resulta curioso, y sin duda necesario, porque para saber volar primero hay que aprender a poner los pies en el suelo, porque las cosas simples y llanas del día a día son las que pase lo que pase van a seguir estando ahí y en el saber sobrellevarlas de la mejor manera posible es donde reside el secreto de la verdadera felicidad. Por eso resulta necesario, y por eso, al final, de tanta agujeta, tanta caja, y tanto estrés, uno termina aprendiendo también cosas buenas, y desaprendiendo malas.

jueves, 25 de abril de 2013

Ayyyy

Si es lo que tiene esto del caja parriba y caja pabajo, que uno se levanta y casi no puede ni salir de la ducha, unas vacaciones necesito...


lunes, 22 de abril de 2013

Ausencia de palabras

Es cierto, mla que me pese llevo unos días que no se que me pasa, pero que parece que los dedos no saben qué letras deben presionar para escribir algo que contenga un mínimo de coherencia, vale, habrá quien piense que eso no tiene nada de raro, pero me refiero a mi propia coherencia, no a la estipulada por la norma dominante.

Y es que con tanto viaje y tanta escalera, parece que las frases se han quedado escondidas dentro de alguna caja, no se si entre una montaña de calcetines, si junto a los recuerdos de algún viaje o si entre una sarté y una copa de vino, pero el caso es que no temrinan de aparecer, y sin ellas todo se vuelve más denso de lo habitual.

Así que, aunque puede que sólo ayude a acumular cansancio y crear nubes de polvo, va siendo hora de desembalar lo embalado, a ver si por algún rincón, o pegadas a un tramo de cinta adhesiva, empiezan a aparecer las ideas que ultimamente tanto se esconden...

jueves, 18 de abril de 2013

Que paren el mundo...

martes, 16 de abril de 2013

De mudanza....

Moverte de una casa a otra siempre trae algún que otro quebradero de cabeza, no es que suponga problemas añadidos al traslado ni nostalgias obligadas, pero el simple hecho de meter tu vida en cajas va dejando al descubierto cuanto de material tiene tu día a día, así como can cada cajón vacío se van destapando recuerdos e historias cuasiolvidadas.

Por mucho que uno evite la  Gran Vía y sus rebajas, a la hora de mudarte no puedes ocultar tu perplejidad ante al cúmulo de chaquetas, pantalones, camisetas… Es cierto que hasta te paras un segundo, piensas que no lo usas todo, no entiendes de donde sale tal cantidad de cosas e incluso te deshaces de la mitad de ellas de tal forma que alguien pueda sacar provecho de ello. No te preocupes, en la próxima mudanza, tendrás que volver a preguntarte si será por esporas o si es que tu cómoda se ha convertido en Sodoma y Gomorra, pero las prendas se habrán vuelto a multiplicar como por arte de magia.

Si algo hay indiscutible, es que si durante meses te has estado preguntando donde estaba ese papel, o ese recibo, o si has tenido que solicitar un duplicado de esa factura… no te preocupes, todo ello aparecerá como por arte de magia, y todo ello aparecerá en esos cajones en lo que jurarías haber mirado mil y una veces, es como si la tarjeta de la biblioteca saliera del cajón diciendo: por mi y por todos mis compañeros!

Y luego pues las cosas normales, muchos recuerdos, muchas historias, muchos sentimientos, y muchas muchas cajas dispuestas a llevarlo todo a un lugar en el que seguir creando caminos, en el que seguir acumulando ropas y en el que seguir perdiendo papeles…

jueves, 11 de abril de 2013

Poemas desde el mismo lado del charco...

Siempre que busco palabras y latidos en pluma de otros, suelo recurrir a Benedetti y Neruda, que tanto me aprotan y que velan los sueños en la cabecera de mi cama, pero hoy, tal vez para variar, aunque sin moverme del mismo lado del charco, les dejo una palabras, frases, sentimientos de Julio Cortázar, que tanto me raya con su rayuela, pero tanto me apasiona con sus versos...

Una carta de amor



Todo lo que de vos quisiera

es tan poco en el fondo

porque en el fondo es todo,


como un perro que pasa, una colina,

esas cosas de nada, cotidianas,

espiga y cabellera y dos terrones,

el olor de tu cuerpo,

lo que decís de cualquier cosa,

conmigo o contra mía,


todo eso es tan poco,

yo lo quiero de vos porque te quiero.


Que mires más allá de mí,

que me ames con violenta prescindencia

del mañana, que el grito

de tu entrega se estrelle

en la cara de un jefe de oficina,


y que el placer que juntos inventamos

sea otro signo de la libertad.

lunes, 8 de abril de 2013

Caracoles con caparazón de tortuga

Mudanza, es una palabra que me parece muy útil, en ocasiones muy necesaria, e incluso a veces peligrosa. Por lo general la gente se cambia de casa, hay quien lo hace de ciudad, de calzoncillos o de piel, por mudarse, de vez en cuando se puede hacer hasta una mudanza emocional,  incluso hay quien se cambia de conciencia, así, de un día para otro.

Pero en este caso me voy a remitir al término más habitual del término, ese que significa montañas de cajas y bolsas, toneladas de celofán y sobrecargas musculares, así como compra de mulos de carga a cambio de un par de cervezas y un pintxos de tortilla.

Mas allá del ritual que supone el llevarse la vida de un lugar a otro, por más que no suponga sino unos cientos de metros dentro del mismo pueblo, uno termina por darse cuenta de lo complicado que resulta meter los complementos que la acompañan en un espacio reducido. Intentamos hacernos creer que no sucumbimos ante la sociedad de consumo por el simple hecho de que nuestra visa no se pase el día sacando humo, y a la hora de la verdad nos damos cuenta de que nos hemos convertido en caracoles con caparazón de tortuga de tanto de tanto acumular cosas que, en la mayoría de los casos, están totalmente de sobra.

Nunca me ha quedado claro si somos víctimas o culpables en esta sociedad de consumo desaforado, si nos lleva la corriente o si es que nadando a su favor estamos más cómodos, pero imagino que lo peor es el tener la sensación de que, aunque uno trate de nadar contracorriente, lo hará con traje de baño y gorrito de marca.

Tal vez, y sólo tal vez, si queremos ir dando la vuelta a la tortilla, sea hora de ir pensando en lanzarse al río en pelotas…

viernes, 5 de abril de 2013

No olvido ni perdón

Es un hecho que la mente suele tender a reprimir los recuerdos que le resultan dolorosos para que estos no nos amarguen el día a día y, del mismo modo, la memoria colectiva tiende a esconder en un cajón todos aquellos recuerdos que recuerden a la gente que es el poderoso el que causa el dolor, no vaya a ser que el pueblo se levante y les amargue su tan bien montada fiesta.

Dicen en Argentina, esas madres que luchan allá por la plaza de mayo, esos hijos, abuelos, hermanos, esa amiga Marta tan querida a la que le arrebataron un hermano las sucias manos de la dictadura, que ante las atrocidades cometidas por papá estado no debe existir ni olvido ni perdón, sino juicio y castigo.

Hoy hace un año, un jovencísimo Iñigo Cabacas disfrutaba y celebraba por las calles de Bilbao el resultado de un partido de fútbol, cuyos actores carecen ya de importancia, cuando los cuerpos de “seguridad”, ese brazo ejecutor del cumplimiento de las normas impuestas desde arriba, le arrebataron la vida de un certero disparo de una pelota de goma en la cabeza.

Hoy hace un año ya y poco ha cambiado, nos intentan convencer de que fue un accidente, nos intentan vender que no hay ni culpables ni responsables, nos intentan vender un olvido y un silencio que nos negamos a aceptar.

Y nos negamos a aceptarlo porque los culpables directos, quienes apretaron el gatillo, quienes dieron la orden, quienes desde su poltrona manejaban los hilos de la represión, siguen ordenando y disparando, siguen impunes y sin identificar (excepto el ilustrísimo señor de la guerra Rodolfo Ares) para que ningún dedo los señale, siguen disfrutando de sus vidas y sus sueños, aquella vida que le arrebataron a Iñigo, aquellos sueños que le arrebataron a sus familiares y amigos.

Y nos negamos a aceptarlo porque su responsable, que no es otro que este sistema voraz y represor ante toda aquella persona o actitud que no sea la de la sumisión total y absoluta a sus dictados, no va a conseguir que nos echemos atrás en nuestra lucha por la verdad y la justicia, pase lo que pase y pese a quien pese, porque a pesar de sus pelotas de goma, de sus porras y de sus balas de plomo, hace ya tiempo que somos conscientes de que podrán cortar todas las flores, pero jamás podrán detener la primavera.

Ni olvido ni perdón, juicio y castigo. Iñigo Cabacas, gogoan zaitugu!

martes, 2 de abril de 2013

Más triste, más bella

Volver a un lugar que ya has caminado, escuchado y saboreado, siempre tiene algo especial. Por mucho que uno intente probarlo desde cero y sacarle todo el jugo posible al nuevo momento, siempre queda la huella dejada en el pasado, una huella que marca y predispone, por mucho que cambie el que mira, los ojos de los acompañantes o los de uno propio.

De Oporto es difícil saber que es lo que se puede esperar, tiene su encanto en la decadencia, en esa especie de melancolía tan portuguesa, en esa mezcla de fado y fachada descuidada, en esa mezcla de vinos deluxe, puentes majestuosos y casas con las ventanas rotas.

Por curioso que parezca, si tuviera que poner dos adjetivos, esta vez vi a la ciudad más bella y más triste.

Más bella porque sigue manteniendo su encanto, e incluso el paso del tiempo le sienta bien, y limpia algunas de sus fachadas. Más bella porque la lluvia, que tanto afea al resto de las ciudades, hace que ella se confunda entre una increíble gama de grises, y que uno no sepa donde terminan las paredes llenas de años y polvo y donde comienzan las nubes.

Más triste porque se le va enfermando el alma, porque sus gentes duelen. Más triste porque mientras se limpian fachadas de casas para que el turista no deje rincón sin fotografiar, muchas personas no tiene casas, ni cámaras,  más triste porque a pesar de la necesidad de gritar sus paredes cada día están más mudas, más triste porque los de arriba quieren que la luz de su ribera ciegue la oscuridad de las colas de gente que acude a buscar comida en las calles de la periferia.

Más triste, más bella, pero siempre única.

martes, 26 de marzo de 2013

Endulzando el paladar...

Si hablamos de los poner al día los sentidos, preparados ya para empaparse de lo que tiene que ofrecerles esa joya portuguesa a la que vamos a dedicarnos en cuerpo y alma los próximos días, tal vez el que mejor haya que afinar sea el del gusto. Es cierto que será necesario afinar el odído para que los corazones latan al ritmo del fado, que hay que limpiar bien los cristales de las gafas para que no se pierdan el paisaje de las orillas del Duero o que hay que prepararse para que el aroma de un buen bacalhau impregne todos los rincones, pero sin duda, lo que hya que preparar, es el gusto, para poder sacarle su alcohólica dulzura a la melancólica ciudad que nos espera...

viernes, 22 de marzo de 2013

Ya casi casi...

Ya están aquí, casi casi… se huelen… vacaciones! vale, no vamos a engañar a nadie, son 5 miserables días y el motivo de que dispongamos de ellos tiene que ver mucho con las imposiciones que una determinada religión tienen con respecto a nuestras costumbre y nada que ver con el hecho de que los trabajadores y trabajadoras necesitemos un respiro para dedicarnos a producirnos felicidad y disfrute a nosotros mismos en vez de dinero para nuestras empresas.

Aún así, da lo mismo, bienvenidas sean. No se para ustedes, imagino que cada cual tendrá su forma de disfrutar de este pequeño oasis entre el invierno y el verano, habrá quien tenga costumbre de irse “al pueblo”, habrá se pegue una escapadita, habrá quien se dedique a roncar en el sofá y habrá quien, como yo, dedique estos días a disfrutar de sus amigos.

Son ya bastantes los años en los que, por circunstancias de la vida, poco a poco se va haciendo más difícil ir sacando un rato para un café, una cerveza o casi casi hasta para ver el partido los domingos. Que si el curro, que si la casa, que si las compras, que si el gimnasio y gracias a diox que de momento no ha entrado el muy determinante “que si los niños”, pero la verdad es que, por muchos que nos disfrutemos cuando nos juntamos, cada vez nos cuesta más sacar un rato en el que estar todos juntos.

Tal vez por eso es tan importante el saber reservarnos este pequeño espacio, este momento todos los años, estos días para sonreír, y brindar, y hacer mucho el loco y más el tonto. Porque nos recuerda que, en el fondo, más allá de los caminos que recorramos, lo más importante es que siempre lo hacemos en la mejor de las compañías…

lunes, 18 de marzo de 2013

Fábricante de sueños

Cualquier persona que me conozca aunque sea un poquito sabe que, para mí, viajar, es mucho más que una pasión. Y lo sabe porque no sólo soy una persona que disfrute degustando cada paso del camino andado, sino porque disfruto casi tanto preparando el propio camino.

La preparación de un viaje, cualquiera, es para mí como poner en marcha una gran fábrica de sueños, es echar una moneda en la gran máquina que crea las historias por vivir, y no puedo resistirme a asesinar horas y horas por el mero placer de imaginar destinos muchas veces inalcanzables.

La imaginación, esa poderosa arma que consigue que uno viaje al fin del mundo sin moverse de su asiento. Es darle al on y arrancar una maquinaria a la que es imposible echar freno, se inventa mil paisajes, mis aromas y mil sabores, se inventa tardes de sonrisas y brindis con amigos o paseos de la mano contigo a la orilla del mar. Es una maquinaria que construye mil castillos de arena que siempre son derribados con el primer pie puesto en el aeropuerto, que no sirven sino para soñar, ya que los auténticos caminos, los que quedan y muerden el recuerdo, son los de las verdaderas historias vividas, y para sentirlas no queda otra que vaciar el equipaje para llenarlo de miradas en cuanto se pone en marcha el primer paso del camino…

viernes, 15 de marzo de 2013

Cuento de viernes

Llega el viernes, y a pesar de que todo el mundo esté como loco por escucharme hablar del por qué no aparecí yo en el balcón vaticano tras la fumata blanca enfundado en una túnica rosa envestido como nuevo papa Priscilla I, para este finde casi prefiero olvidarme de amigos de dictaduras que predican hipocresía ante ávidos consumidores de miedos y testamentos, y dedicarme a regalaros una pequeña historia de esas que sin ser mías me gusta compartir.

Así que hoy prefiero regalaros un pequeño cuento, de Jorge Bucay, de sus cuentos para pensar, porque el fin de semana está para degustarlo, sin fumatas ni dioses que se interpongan. Se me cuiden…


EL MAESTRO SUFI

El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...

- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.

- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo

- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?

- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.

- ¿ Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...

- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...

- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...

- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...

- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:

- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada

martes, 12 de marzo de 2013

Home sweet home

Sentirse uno en su propia casa en el fondo no consiste en otra cosa que en hacer tuyo aquel lugar en el que esté, habrá quien no esté cómodo en ningún sitio que no sea su cama y quien pueda estar como en casa en una cabaña en medio de la selva, en un hotel de carretera o en una tienda de campaña perdido en cualquier montaña.

Para mí no es difícil, sentirme a gusto y hacer mío el lugar en el que me encuentro siempre me ha resultado sencillo, y suele depender más de con quién comparta mi morada que de la morada en sí.

Otro tema bien distinto es que hablemos del hogar. Y es que, una vez que uno sale de casa de sus progenitores, crear una unidad vivencial a la que llamar hogar es un proceso que lleva su tiempo.

Una cosa es vivir en una casa, decorarla a tu gusto, comprar la almohada que te guste y colocar todos los cachivaches que has ido acumulando en tus viajes por las baldas, pero de ahí a lograr encontrar ese lugar al que anhelar volver cuando se está fuera necesita de ese algo más que es muy difícil de definir.

Es difícil de definir, es complicado saber que es, pero a la vez es fácil saberlo, es simple darse cuenta qué es lo que desde hace un año marca la diferencia entre casa y hogar. Es el saber que da lo mismo que sea un colchón cochambroso el que guarde mis noches siempre y cuando me despierte contigo, es el darse cuenta de que las baldas no están nunca vacías porque las llenan tus miles de sonrisas, es el no importar si tenemos calefacción central o una simple manta porque nada rompe más el frío que tus abrazos, es el sentir que, más allá de las 4 paredes que me rodeen, mi hogar eres tú.

viernes, 8 de marzo de 2013

También es mi día

No, no soy mujer, ni tengo dudas sobre mi género, ni empiezo a confraternizar con la teoría queer, pero hoy, 8 de marzo, siento que es mi día, porque cómo no sentir como propio un día que simboliza la lucha por la liberación de toda la humanidad.

Y digo toda la humanidad porque la lucha feminista libera a mujeres y a hombres por igual, libera personas, convirtiéndolas en iguales, iguales en derechos, deberes, libertades y anhelos. La lucha feminista es la lucha por un mundo mejor, libre de las cadenas del heteropatriarcado, o simplemente libre de cadenas, de todas, y, aunque sólo sea por la necesidad de seguir sintiendo realizable esa utopía, yo, tu, todas las personas, debemos sentir como nuestro este día.

Feliz 8 de marzo!

miércoles, 6 de marzo de 2013

A ver si nos vemos

Lo cierto es que por mucho que intentemos disimularlo, da un gustirrinín tremendo eso de que el día de tu cumpleaños te colmen de esemeses, mensajitos y llamadas, sobre todo ahora que con las redes sociales en vez de llamarte sólo tu tía la de Bengoetexe (que sigue llamando y se le agradece) uno se encuentra con 100 felicitaciones.

El lado malo de esto, que también lo tiene, es que a parte de las felicitaciones corrientes y molientes, otras tantas van acompañadas de esa coletilla que no dice nada y lo dice todo: “a ver si nos vemos”.

Y es que con esto del feisbuk y similares uno sabe perfectamente que esta mañana un antiguo compañero de colegio se ha topado en el autobús con una señora que se ha tirado un sonoro cuesco, o que esa antigua compañera de universidad pasa los veranos en Ovejasrubias de Podanca provincia de Chiquitistán, pero como que esa cosa del contacto humano, cada vez más escasa, tirando a ínfima.

Leí el otro día que han inventado una nueva aplicación para móviles, que permite interactuar con tus amigos con imagen y sonido real, y que se llama: quedar para tomar un café.

Si miramos atrás, los que hemos nacido en el 80 o antes, de críos siempre sabíamos como localizar a nuestros amigos, te sabías casi de carrerilla el teléfono de casa de tus colegas de clase y sabías en que piso vivían tus amigotes del barrio, así como los horarios de clases particulares, entrenamientos o similares para poder quedar con cada cual siempre que pudieras. Hoy en día es todo lo contrario, creemos que lo sabemos todo y realmente no sabemos nada de nada, si mañana se va la luz más nos vale que nos coja en casa porque lo mismo nuestra familia no sabe ni donde trabajamos, hemos pasado de fortalecer nuestras relaciones sociales gracias a la red a permitir que ellas dependan de la misma en un tiempo record, y sin darnos cuenta.

Así que, aunque sólo sea por molestar, y ya que tengo otro año por delante, me voy a proponer que, cuando vuelva a tocar la avalancha de zorionak virtuales dentro de 365 días, haya en mi cuenta menos a ver si nos vemos pendiente que este año, aunque sólo sea por vernos, aunque sólo sea por saber que existimos, aunque solo se por recordarnos que somos amigos más allá de degustas y comentarios que se pierden en el ciberespacio…

lunes, 4 de marzo de 2013

Divagaciones pre-viejunas

Se acerca el momento inexorablemente, a uno se le puede hacer más o menos largo pero al final año tras año llega para recordarte que el tiempo sigue su curso y que eres un poquito menos joven que 365 días antes. Exacto, llega ese momento de pavor en el que se pone otro numerito en el lugar de la edad, el cumpleaños, y yo, con esto como con todo en la vida, me da para divagar sobre como se andan los caminos.

Yo he de reconocer, como imagino que casi todo el mundo, que he ido pasando mis pequeñas crisis. No es que hayan sido muy potentes y posiblemente la de verme en su momento cerca de los 30 es la que más me rabia me haya dado, sobre todo, porque yo no soy de esas personas que se niegan a aceptar el paso del tiempo y tengo muy claro donde termina la juventud y comienza la “madurez”, es más, no sólo lo acepto, sino que me parecería terrible dentro de 20 años darme cuenta que he desperdiciado la madurez de mi vida intentando alargar una juventud que se va se quiera o no, aunque, claro está, eso no quita que de rabia darse cuenta de que un ciclo vital, al fin y al cabo, ha tocado a su fin.

El camino avanza y día a día se va llenando el vaso de la vida de las gotas que encontramos a nuestro paso, es cierto que, hasta los 30 años más o menos, con el cuerpo al doscientos por cien y la cabeza a mil por hora tratamos de bebernos la vida de un trago, tenemos toda la sed del mundo y no nos importa que de vez en cuando nos sobrevenga una arcada por un exceso de hidratación, lo queremos todo y nos lo jugamos a la ruleta rusa.

La cuestión es que a mí personalmente, llegó el día en el que me di cuenta que todos los tragos que le había dado a la vida, que todas las gotas acumuladas en mi vaso, no merecían estar expuestas a que un ataque de pánico a la vejez las regurgitase sin piedad, sino que todo lo guardado había dejado un poso lo suficientemente importante como para seguir degustándolo a lo largo del camino por andar. Cada poso, cada gota, cada vivencia han ido haciendo que el contenido de mi vaso sea único, y ha llegado el momento de seguir saboreándolo, disfrutando de los dulces y de los amargos.

Aquella mañana en los Andes, hace ya más de 3 años, cambió todo y no cambió nada, imagino que este tipo de proceso, no se si de la cabeza o del corazón, se da sin más, a algunos les asalta en la cama de un hospital tras una experiencia vital traumática, a algunos les llega con la vida en pareja o con los hijos, a otros les llega a los 30, o a los 40, o nunca, y a otros simplemente nos asalta en medio del mejor camino, ante el mejor paisaje y con los mejores compañeros de viaje.

Así que hoy, a puntito de llegar a la edad de cristo al ser crucificado, me reafirmo más que nunca en mi decisión de saborear la vida a otro ritmo, con más ilusión que nunca, con los zapatos ebrios de kilómetros caminados, llenos de remiendos, parches y agujeros, sin ninguna necesidad de ponerme unas zapatillas nuevas más brillantes ni más modernas, sino con las que ya saben de caminos andados, que son sin duda las más cómodas, con las que he caminado muy feliz otro año, y con las que seguro caminaré hasta el último de los peajes…

viernes, 1 de marzo de 2013

La vuelta al mundo sin zapatos...

Arranca marzo, y con el poco a poco llegará la primavera, el buen humor, las flores, y, en mi caso, el pasar páginas repletas de Nerudas y Benedettis, de palabras con alma y rima. Y como soy de compartir, y además esto es gratis, os dejo con uno de esos retazos del alma de Pablo Neruda que tanto remueven por dentro, se titula el barco, y es más que adecuado a como está el mundo....


Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo


por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?

Queremos mirar las nubes,

queremos tomar el sol y oler la sal,

francamente no se trata de molestar a nadie,

es tan sencillo: somos pasajeros.

Todos vamos pasando y el tiempo con nosotros:

pasa el mar, se despide la rosa,

pasa la tierra por la sombra y por la luz,

y ustedes y nosotros pasamos, pasajeros.

Entonces qué les pasa?

Por qué andan tan furiosos?

A quién andan buscando con revólver?

Nosotros no sabíamos

que todo lo tenían ocupado,

las copas, los asientos,

las camas, los espejos,

el mar, el vino, el cielo.

Ahora resulta

que no tenemos mesa.

No puede ser, pensamos.

No pueden convencernos.

Estaba oscuro cuando llegamos al barco.

Estábamos desnudos.

Todos llegábamos del mismo sitio,

Todos veníamos de mujer y de hombre.

Todos tuvimos hambre y pronto dientes.

A todos nos crecieron las manos y los ojos

para trabajar y desear lo que existe.

Y ahora nos salen con que no podemos,

que no hay sitio en el barco,

no quieren saludarnos,

no quieren jugar con nosotros.

Por qué tantas ventajas para ustedes?

Quién les dio la cuchara cuando no habían nacido?

Aquí no están contentos,

así no andan las cosas.

No me gusta en el viaje

hallar, en los rincones, la tristeza,

los ojos sin amor o la boca con hambre.

No hay ropa para este creciente otoño

y menos, menos para el próximo invierno.

Y sin zapatos cómo vamos a dar la vuelta

al mundo, a tanta piedra en los caminos?

Sin mesa dónde vamos a comer,

dónde nos sentaremos si no tenemos silla?

Si es una broma triste, decídanse, señores,

a terminarla pronto,

a hablar en serio ahora.

Después el mar es duro.

Y llueve sangre.

jueves, 28 de febrero de 2013

Mono de aeropuerto...

Sale un poco el sol dando una tregua entre el gris y el frío del invierno y a uno le empiezan a entrar esa cosa que le remueve por dentro y que le dice que el camino no se va a andar el solito y que es hora de empezar a remover sueños e ilusiones para ver que mejunje surge.

Es un vicio, una pasión, un poco de necesidad y un bastante de locura, es esa especie de mono de aeropuerto, de noche de nervios previa al viaje, de llenar mochilas de gafas pare ver con ojos de niño y la cámara de fotos de marcos en blanco ansiosos de plasmar historias, es el impulso de mover los pies del bloque de hormigón de la cotidianeidad y soltarlos a volar.

Imagino que en el fondo es algo que le pasa a todo el mundo, cada cual tiene sus pasiones, más o menos entendidas por el resto de la plebe, hay quien es capaz de vivir profundamente el deporte, de estremecerse con un buen vino o un menú gourmet, existen personas a quienes se les saltan las lágrimas ante un cuadro y otras que son capaces de dejarse la vida solo por llegar a la cima de una montaña, son las pasiones que nos mantienen vivos y nos hacen humanos, las que mantienen intacta nuestra capacidad de ilusionarnos y las que sacan nuestro 100%, son esas pequeñas grandes cosas que hacen que, incluso por un momento, se pueda llegar a tener, quien me lo iba a decir, hasta mono de aeropuerto…

lunes, 25 de febrero de 2013

Tiempos de niñez

Ventajas de no ser noruego, es comenzar a caer copos e iluminarse la cara, todo en el mismo momento. Imagino que esta es una de esas cosas que por mucho que nos pensemos no son universales, y es que no pensamos que a todo el mundo le encanta la nieve porque nosotros solo la sufrimos muy de vez en cuando.

Y es que para quien la vive muy esporádicamente, como yo, la nieve tiene ese algo de esponjoso, de frío pero no helador, de blanco impoluto… que parece sumirte en un estado de sedación y semiestupidez consciente. A decir verdad, al menos en mi caso personal, la nieve creo que me remite a mis años de niñez, a esos años en los que de vez en cuando cuajaba y lo que para los mayores era incomodidad y problemas para nosotros se convertía en toda una bendición.

Ver caer copos me saca una sonrisa porque me lleva a otros tiempos en los que no había más preocupación que no llegar muy sucio a casa y donde los amigos eran para siempre a pesar de que de vez en cuando te dieras de tortas con ellos. Tiempos de manto blanco esperado ser atacado por cabestros armados de una bolsa de plástico que nada sabían de trineos made in decathlon y que estaban dispuestos a abrirse la cabeza ladera abajo sin casco ni protecciones de ningún tipo (horror!!!). Eran tiempos de bolazos a traición, de caras rojas, de guantes totalmente permeables y botas katiuskas, tiempos de faltar al cole y de disfrutar.

Eran otros tiempos, tiempos de niñez, que poco a poco fueron dando paso a otros tiempos, los tiempos de mirar al mundo con ojos de niño…

jueves, 21 de febrero de 2013

Días a remolque

Siempre me ha alucinado la capacidad de algunas personas de comenzar sus días a golpe de carrera, con el sonido del despertador con el tiempo justo para vestirse y salir corriendo, y así un día sí y otro también, como si cada segundo de cama fuera de oro puro.

Y digo que siempre me ha alucinado porque yo tengo la costumbre, no se si buena o mala, pero costumbre a fin de cuentas, de levantarme con mi media horita de tiempo para poder hacer viscosas con tranquilidad y no arrancar el día pasando el motor de 0 a 100 en 5 minutos.

A veces, muy pocas, pasa que a uno le suena la melodía infernal que no anuncia amaneceres sino jornadas laborales, y se dice a si mismo, un minutito, un minutito mas ya ya… que se está tan a gusto… tan calentito… tan abrazado…. y, como no podía ser de otra forma, el minuto se convierte en 25, y al abrir el ojo uno se da cuenta de que la lenta transición de marmota a hormiga obrera se va a convertir en un sprint infernal.

Porque un día que uno se duerme, no de ir al trabajo a las 11, sino de ir corriendo y sin tu pausado despertar, tiene la sensación de que va todo el día a remolque, de que no termina de coger el ritmo como el resto de los días. Habrá quien piense que es una tontería, que si te da tiempo en esos 5 minutos que te quedan a cambiarte, coger el Tupper y llegar al bus, todo lo demás debería funcionar como el resto de los días, pero no es así. Y no es así porque, cuando uno tiene tiempo, dispone de su momento de tranquilidad para arrancar ojeras y legañas, pero, sobre todo, para vestirse primero por la sonrisa, y cuando las cosas se hacen con prisa, esto es lo último en lo que uno piensa y claro, como no vas a ir todo el día a remolque, si, al fin y al cabo, has salido de casa desnudo…

lunes, 18 de febrero de 2013

Flores de febrero

Prácticamente todos los años pasa lo mismo, el invierno activa el modo espejismo en cuanto sale un ratito el sol, cuatro rayos y en los jardines y montes comienzan a asomar pequeñas pinceladas de color, digamos que sería la versión climática del refranero popular que mezcla el archifamoso “engordar para morir” con el no menos conocido “no hay más ciego que el que no quiere ver”.

Es una cuestión de lógica que en cuanto esto pase nos cambie la cara e incluso la perspectiva, el tiempo está frío y gris y estamos deseando que llegue el verano, así que aceptamos ilusionarnos con cualquier mínimo rayo de sol, por mucho que sepamos que es más que posible que mañana nos despertemos y tengamos que coger la bufanda y las cadenas para la nieve.

El problema es que últimamente tengo la impresión de que aplicamos esta lógica de agarrarse al primer rayo de luz a todos los ámbitos de la vida, y muy especialmente a nuestra vida política. Son tiempos duros, tiempos en los que muchas personas a las que la sociedad de consumo les había dado todo han sentido como el propio capitalismo les está cobrando una deuda que no sabían haber contraído, despojándoles de los derechos que creían haber logrado. Es un tiempo gris, frío, helado, la gente no ve salida a su desesperación, y como la esperanza es lo último que se pierde, vuelca sus ilusiones en cuanto ve brotar la primera margarita en el campo.

Y así vivimos, en épocas de flores efímeras, en épocas de Talegones y Verdús, en épocas en las que la gente quiere ilusionarse cuando alguien habla de regeneración democrática, aunque sea la misma gente que ha propiciado la situación actual tras años y años de connivencia con el capitalismo más voraz, de gente que quiere que en los Goya se diga que ya basta de echar a la gente de sus casas y de primar el interés del bolsillo propio sobre el del bienestar común, aunque lo diga alguien que se lucra anunciando créditos hipotecarios. Y son épocas en las que quienes mandan y ordenan tratan de sembrar el campo de desesperanzas, de flores prontamente marchitas que terminen por minar las ilusiones últimas de quienes creen que algún día puede haber un mundo más justo. Lo que no entienden, ni entenderán nunca esta piara de ilusionistas ávidos de su momento de fama, es que los campos hace ya mucho tiempo que están sembrados de luchas, sueños y utopías y, más tarde o más temprano, terminará llegando la primavera….